En los últimos años, México ha experimentado un aumento significativo en la violencia vinculada al crimen organizado, una problemática que no ha sido mitigada por las políticas actuales del gobierno conocida como “abrazos, no balazos”. La administración de la Cuarta Transformación, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha optado por una estrategia que prioriza programas sociales y oportunidades económicas como medios para reducir la violencia, en lugar de intervenir con fuerza militar.
Un enfoque cuestionado
Esta estrategia, sin embargo, ha sido objeto de críticas, especialmente en el contexto de masacres recientes y el recrudecimiento de enfrentamientos entre cárteles. A medida que las cifras de inseguridad siguen incrementándose, la pregunta sobre la efectividad de este enfoque se vuelve más apremiante. Algunos críticos argumentan que esta política podría estar facilitando el terreno para el crimen organizado al no confrontar directamente a los grupos delictivos.
De acuerdo con estadísticas recientes, la situación de seguridad en el país es preocupante. A continuación, algunos datos relevantes:
- La tasa de homicidios en México sigue siendo una de las más altas a nivel mundial.
- En 2022, se registraron más de 30,000 muertes violentas.
- Los estados más afectados incluyen Guanajuato, Baja California y Jalisco.
En respuesta a las críticas, el presidente López Obrador ha defendido su estrategia, argumentando que las políticas represivas del pasado no han dado resultados y subrayando que es necesario atender las causas profundas de la violencia.
“No se puede enfrentar la violencia con más violencia”, sostiene el mandatario, quien reafirma su compromiso con abordar los problemas sociales de raíz.
Mientras tanto, la situación de seguridad sigue siendo un desafío crítico para México, y muchos ciudadanos esperan medidas más efectivas que puedan garantizar la paz y el bienestar en el país.