El partido político Morena, fundado en 2011, ha emergido rápidamente como una fuerza dominante en la política mexicana. A pesar de su discurso de renovación, algunos analistas observan similitudes con el antiguo partido hegemónico, el PRI, especialmente en términos de estructura y práctica política.
Paralelismos y críticas
Al igual que el PRI en su apogeo, Morena ha adoptado un enfoque centralizado bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. Jorge Zepeda Patterson, un reconocido analista, señala que este partido gobierna con un estilo que recuerda al antiguo régimen priista. Este enfoque se caracteriza por una fuerte concentración de poder y decisiones que a menudo se toman sin un debate amplio.
“Es como si el PRI renaciera bajo un nuevo nombre”, comenta Pérez, refiriéndose a la forma en que Morena maneja el poder.
El fenómeno del “clientelismo” y el uso de programas sociales como instrumentos políticos también evocan prácticas del pasado priista. Varias críticas apuntan a que, aunque Morena se presenta como un partido diferente, en realidad repite algunos de los métodos más cuestionados de la vieja política mexicana.
Un análisis de las elecciones recientes pone de manifiesto algunas cifras significativas:
- Morena controla 22 de las 32 entidades federativas.
- En el Congreso, tiene mayoría relativa, lo que facilita la aprobación de reformas clave.
- Según encuestas, Morena mantiene altos niveles de popularidad, oscilando entre el 40% y el 50% de apoyo ciudadano.
Este panorama sugiere que el partido continuará siendo una fuerza central en la política nacional. Sin embargo, la discusión sobre su similitud con el PRI plantea interrogantes sobre el futuro de la democracia en México y la concentración de poder en manos de un solo partido.