En un nuevo giro en las investigaciones relacionadas con las elecciones de 2020 en Estados Unidos, el expresidente Donald Trump enfrenta serias acusaciones de intentar presionar a figuras clave para revertir los resultados de la contienda presidencial. Este caso ha captado la atención no solo de los medios estadounidenses, sino del mundo entero.
Presiones y denuncias
Entre las alegaciones más destacadas, se menciona que Trump habría intentado influir en altos funcionarios, solicitando su intervención para cambiar el resultado de las elecciones a su favor. Según las investigaciones, estas acciones formaron parte de un esfuerzo concertado para socavar la integridad del proceso electoral.
Brad Raffensperger, secretario de Estado de Georgia, es una de las figuras centrales en este caso. Se alega que Trump lo llamó personalmente para “encontrar” votos que le permitirían ganar en ese estado. Trump habría dicho,
“Solo quiero encontrar 11,780 votos, que es uno más de los que tenemos porque ganamos el estado.”
Las investigaciones también están analizando los intentos de Trump de influir en el Departamento de Justicia para promover teorías infundadas de fraude electoral. Durante sus últimos días en el cargo, Trump habría presionado a los funcionarios para que abrieran investigaciones y presentaran demandas que podrían socavar los resultados legítimos de las elecciones.
- Se han identificado al menos 3 estados clave donde ocurrieron estas presiones: Georgia, Michigan y Arizona.
- Varios testimonios señalan un patrón de comportamiento en el que funcionarios fueron contactados para modificar resultados.
- El Departamento de Justicia ha abierto más de 10 investigaciones relacionadas con estas alegaciones.
El impacto de estas acusaciones podría tener consecuencias serias no solo para Trump, sino también para el partido republicano en su conjunto, ya que este tipo de acciones ponen en tela de juicio la confianza en el sistema electoral. Si se comprueban las alegaciones, podrían derivar en cargos criminales para el expresidente.
Estas revelaciones marcan otro capítulo en la tumultuosa saga política estadounidense y retan a las instituciones del país a tomar decisiones que podrían definir el futuro de su democracia.