En México, la corrupción se ha establecido como uno de los problemas más persistentes y difíciles de erradicar. A pesar de los esfuerzos gubernamentales para combatir esta lacra, los avances han sido insuficientes y a menudo quedan eclipsados por nuevos escándalos.
Un mal endémico
El impacto de la corrupción se siente en todos los niveles de la sociedad, desde los pequeños sobornos que facilitan trámites cotidianos hasta los grandes desfalcos que involucran a altos funcionarios públicos. Estos actos no solo afectan la economía, sino que también minan la confianza de los ciudadanos en las instituciones.
Estadísticas recientes señalan que:
- El 73% de los mexicanos considera que la corrupción ha aumentado en los últimos años.
- Casi el 50% de los encuestados percibe que la corrupción es uno de los principales problemas del país.
- Solo el 18% cree que el gobierno está haciendo lo suficiente para combatirla.
Un ciudadano entrevistado expresó:
“Estamos cansados de promesas vacías. Queremos ver resultados tangibles y que los responsables sean procesados adecuadamente”.
Aunque el discurso oficial insiste en que se están tomando medidas firmes contra la corrupción, muchos ciudadanos sienten que estos esfuerzos no son suficientes. La percepción generalizada es que, sin una verdadera rendición de cuentas y sanciones efectivas, el ciclo de corrupción continuará perpetuándose.