En una reciente entrevista, Julio Hernández, también conocido como Julio Astillero, compartió sus reflexiones sobre la persistente corrupción en México y cómo ésta se ha convertida en una “pedagogía de la corrupción”. Según Hernández, la impunidad que rodea a los actos corruptos no sólo perpetúa estos comportamientos, sino que también educa a las nuevas generaciones a aceptarlos como algo natural.
La impunidad como facilitador de la corrupción
Durante la conversación, Julio Astillero fue contundente al señalar que la falta de castigo y consecuencias reales para quienes incurren en actos ilegales contribuye a la normalización de la corrupción. En palabras del periodista:
“Hay una pedagogía de la corrupción cuando no se castiga a los corruptos.”
Hernández señaló varios factores que perpetúan este ciclo de corrupción e impunidad:
- La corrupción sistémica en múltiples niveles de gobierno.
- La debilidad de las instituciones encargadas de impartir justicia.
- La falta de interés político en sancionar a delincuentes de alto perfil.
Además, Julio Astillero advirtió que esta pedagogía de la corrupción afecta no sólo a la percepción pública, sino también a la moral y la ética social. Según él, si la sociedad ve que los corruptos no son castigados, se envía un mensaje claro de que la corrupción es aceptable y hasta ventajosa.
Finalmente, el periodista subraya la necesidad de un cambio profundo en el sistema de justicia mexicano para romper este ciclo y promover una verdadera cultura de la legalidad. Según Hernández, el primer paso es garantizar que todos los ciudadanos, independientemente de su posición o estatus, enfrenten las consecuencias de sus actos.