La catedral de Saltillo, ubicada en el estado de Coahuila, México, ha sido recientemente relacionada con la monumental Basílica de San Pedro en el Vaticano debido a un peculiar caso histórico de adquisición de recursos de construcción. Sin embargo, esta conexión es principalmente anecdótica e ilustrativa de las sorprendentes maneras en que las obras arquitectónicas se han financiado a lo largo de la historia.

Una conexión histórica fascinante

La relación entre ambos edificios radica en una curiosa tradición histórica: el uso de indulgencias para financiar construcciones religiosas. Durante el siglo XVI, las indulgencias eran un medio común para reunir fondos, tanto en Europa como en América. Este método de recaudación de fondos fue crucial para muchos proyectos arquitectónicos religiosos de la época.

Algunos elementos que destacan en esta conexión son:

• La construcción de la Basílica de San Pedro comenzó en 1506 y culminó en 1626.
• Las indulgencias jugaron un papel crítico en la obtención de fondos para edificaciones religiosas.
• La catedral de Saltillo fue construida entre 1745 y 1800, mucho después de la Basílica.

La idea de una conexión directa y material entre estos dos edificios es más bien una narración cultural que resalta la relevancia y el impacto de las prácticas históricas de la Iglesia.

“No existen evidencias de que piedras u ornamentos de Saltillo hayan sido enviados al Vaticano, pero es un ejemplo fascinante de la historia cultural y de cómo las tradiciones se interpretan”, menciona un experto en historia eclesiástica.

Esta historia resalta la importancia de la investigación histórica en la comprensión de los métodos con los cuales se financiaron las glorias arquitectónicas de siglos pasados, revelando a su vez interesantes lazos culturales y económicos que trascienden fronteras geográficas. No obstante, esta conexión entre la catedral de Saltillo y la Basílica de San Pedro permanece más en el ámbito de la leyenda que en el de la historia documental comprobada.