El fenómeno migratorio en México ha alcanzado un punto crítico, donde los migrantes enfrentan serios peligros a manos de la delincuencia organizada. Las rutas utilizadas por estas personas para alcanzar los Estados Unidos han sido cooptadas por grupos delictivos que ven en la migración una oportunidad para explotar y extorsionar a los más vulnerables.
Riesgos en las rutas migratorias
Organizaciones no gubernamentales han documentado cómo estos grupos han establecido redes de tráfico de personas que operan bajo amenaza y violencia. Además, los migrantes a menudo carecen de opciones y se ven obligados a confiar en traficantes que cooperan con las bandas criminales.
Las cifras reportadas por diversas organizaciones son alarmantes:
- El 90% de los migrantes ha sido víctima de algún tipo de delito.
- El 60% reporta haber sufrido extorsión.
- Un 20% ha experimentado secuestro en sus trayectos.
Estas estadísticas reflejan la inseguridad extrema que enfrentan, situación que no solo amenaza sus vidas, sino también el bienestar de las comunidades por las que transitan.
“El viaje es como un infierno que nunca termina. Los riesgos y el miedo son constantes, y no vemos una salida clara”, expresó un migrante anónimo que actualmente se encuentra en un albergue de Ciudad Juárez.
La respuesta de las autoridades ha sido considerada insuficiente por defensores de derechos humanos, quienes argumentan que se requiere mayor compromiso para ofrecer protección y asistencia a los migrantes. Resaltan la importancia de garantizar la seguridad en las rutas migratorias y desmantelar las redes de tráfico humano.
El contexto exige una acción conjunta entre México y Estados Unidos. La cooperación y políticas efectivas podrían reducir la explotación y mejorar las condiciones de aquellos que buscan un futuro mejor, lejos de sus hogares y a menudo sin más que la esperanza como compañera de viaje.