En México, los casos de acoso y violencia sexual suelen estar envueltos en una densa capa de impunidad y silencio, una situación que poco a poco comienza a cambiar gracias al valor de las víctimas y su disposición para denunciar. Un ejemplo reciente es el caso de “Pelicot”, un presunto agresor sexual que operaba en el ámbito universitario y cuya identidad fue expuesta a través de redes sociales.
La valentía de las víctimas
Las víctimas de “Pelicot” no solo decidieron romper el silencio, sino que también compartieron sus experiencias públicamente para generar conciencia y promover un cambio. Estas denuncias han servido para cuestionar y visibilizar la cultura de complicidad y encubrimiento que prevalece en muchas instituciones.
Los datos son alarmantes:
- Cerca del 90% de los casos de violencia sexual no se denuncian.
- De los casos denunciados, solo el 1% llega a una sentencia condenatoria.
Ante esta situación, la sociedad mexicana ha comenzado a exigir justicia y a apoyar a las víctimas. Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer para cambiar la vergüenza de bando y asegurar que los agresores asuman la responsabilidad de sus actos.
“Es hora de que la vergüenza y el miedo cambien de lado. Las víctimas no deben sentirse más avergonzadas por denunciar, sino que los agresores deben ser quienes sientan la presión social y legal”, afirma una de las víctimas.
La exposición de “Pelicot” es un paso significativo hacia la justicia, pero también un recordatorio de cuánto queda por hacer para erradicar la violencia de género y construir una sociedad más equitativa y segura para todos.